Gil Toll
Lalo Azcona, Eduardo Sotillos, Pedro Macía y Miguel Ángel Gozalo fueron los directores y presentadores de los TeleDiarios durante el periodo central de la transición política del franquismo a la democracia que culminó con las elecciones generales de junio de 1977. Se les conoció con el sobrenombre de los 4 magníficos por el aire de novedad y pluralismo que aportaron a la información televisiva. Pero ¿hasta dónde llegó ese pluralismo y la independencia de los periodistas? El director general de RTVE en aquel periodo fue Rafael Anson, quien en octubre pasado publicó El año mágico de Adolfo Suárez (La esfera de los libros) en el que se revelan interesantes informaciones. Rafael Anson es un profesional de las relaciones públicas que tuvo importantes cargos en la vida oficial franquista desde los años 60. Se presenta en el libro como un estrechísimo colaborador de Adolfo Suárez en la tarea de empujar la transición política. “Hay que cambiar el rumbo de la historia cuando el rumbo de la historia no es el adecuado. Adolfo Suárez tenía que cambiar la evolución natural hacia un franquismo prolongado. Dirigió un cambio político de ciento ochenta grados, pero dentro de la legalidad y en términos de reforma, pacífico e igual de profundo y definitivo. (…)Fue un camino complicado, pero lo hizo muy bien porque para recorrerlo se apoyó en todas las herramientas que tenía a su alcance; por descontado, y como él bien sabía, la televisión fue una de las más importantes. Y ahí me encontré yo para echar una mano en la parte que me tocaba”. Suárez había sido anteriormente director general de RTVE y advirtió a Anson sobre la orientación política de la plantilla: “la mitad son franquistas y la otra mitad, comunistas”. También le recomendó contratar a tres personas amigas, jugadores del mus en los domingos de asueto del presidente. Se trataba del realizador Gustavo Pérez Puig, quien dirigió el espacio de teatro Estudio 1 y el inefable 300 Millones. También se encargó del anuncio electoral de UCD en la campaña de 1977. Otro recomendado fue Sancho Gracia, el actor que encarnaría a Curro Jiménez, la serie sobre el bandolero andaluz que triunfó en aquellos con unos valores progresistas. Afirma Anson que se transmitía la idea de que, “a veces”, está bien robar a los ricos para repartir a los pobres. El tercer recomendado lo deja Anson en el anonimato. Si Curro Jiménez fue la serie emblemática, el programa más mencionado de la época fue La Clave, que dirigía José Luis Balbín. Un espacio en el que el debate entre diferentes puntos de vista sobre temas de muy diverso tipo quería hacer ver la posibilidad del libre intercambio de ideas propio de la democracia. Los informativos debían jugar un papel central en esta operación de venta del régimen democrático a la población que Anson afirma haber capitaneado. Remarca el autor que el TeleDiario de la tarde podía superar los 20 millones de espectadores, lo que dejaría en un pálido lugar la influencia de los periódicos de la época. También la radio estaba en manos de Anson, pues hasta octubre de 1977 no se permitió a las emisoras privadas elaborar sus informativos y debían conectar con RNE para los boletines horarios. Radio Nacional era el medio de origen de Lalo Azcona, que se encargó del TeleDiario de mediodía, y también de Eduardo Sotillos, que se hizo cargo del informativo más importante, el de las 8 y media de la tarde. Pedro Macía conduciría el informativo nocturno y Miguel Ángel Gozalo el de la segunda cadena. Sotillos había colaborado con José María Areilza y más tarde fue portavoz del gobierno de Felipe González. Es un periodista que reivindica la militancia política, el carnet socialista que habría tenido desde bien temprano. A Pedro Macía se le adjudicaba una etiqueta continuista. Anson afirma que le puso para mantener contentos a los franquistas. Rafael Anson afirma que dio a los 4 directores gran independencia en la dirección de sus respectivos espacios informativos. Pero a continuación añade, refiriéndose al informativo de Lalo Azcona: “Me acuerdo de que tenía en su equipo a unos cuantos simpatizantes del Partido Comunista a los que yo llamaba a menudo media hora antes del inicio del telediario para recortar alguna parte de sus entradas: “eso no se puede decir porque es mentira”, y me tocaba explicarles dónde fallaba su noticia, y al director general sí le hacían caso, pero no porque se lo ordenase.”
En el TeleDiario de Azcona se hizo la primera entrevista televisiva a Rafael Alberti a la vuelta de su exilio. Allí también actuó el grupo Jarcha con su tema “Libertad sin ira”, que se encontraba en la lista de canciones no radiables de RNE. Eduardo Sotillos fue el encargado de otra entrevista histórica, 20 minutos de televisión con Santiago Carrillo. Esa entrevista habría provocado un asalto al domicilio del periodista y una amenaza de muerte tras la que estaría la mismísima Guardia Civil, según revela Anson. Sotillos también fue el encargado de cubrir el entierro de los abogados laboralistas asesinados en su despacho de la calle Atocha. Una cita que causó una enorme inquietud en la presidencia del gobierno y en la que se mantuvo un dramático silencio por consigna del PC a sus militantes. La cobertura de este acto se presenta en el libro del ex director de RTVE como un mérito de pluralismo informativo junto a otros sucesos incómodos para el gobierno, como el accidente del aeropuerto de Los Rodeos, que causó más de 600 muertes, o la huelga de los agricultores de Valladolid, que causó la incomodidad del ministro de Agricultura. Manuel Palacio recoge en su libro La televisión durante la transición española (Cátedra 2012) algunas críticas a los nuevos informativos de TVE. El 27 de septiembre de 1977 fue un día de huelga en Vizcaya, pero se catalogó de normalidad la situación en TVE. El 28 de septiembre, comentando el asesinato del estudiante Carlos González por un comando de ultraderechistas en una manifestación contra la pena de muerte, Lalo Azcona lo atribuye a enfrentamientos entre extremistas. En días posteriores se minimizaron los actos de protesta por la muerte del estudiante. También menciona la censura de diversos reportajes que tenía preparados Eduardo Sotillos a propósito del asesinato del presidente de la Diputación de Guipúzcoa el 4 de octubre. La prueba del algodón de la independencia informativa de una televisión pública son las campañas electorales. Rafael Anson reconoce aquí abiertamente que él formó parte del grupo que fundó la Unión del Centro Democrático con el encargo de llevar la “propaganda, publicidad y promoción”. Todo ello de forma simultánea a su cargo como director general de RTVE. Una coincidencia grosera que revela la precariedad democrática de la transición. La información sobre la campaña electoral se rigió por un decreto gubernamental que establecía un tiempo informativo equivalente entre las distintas opciones políticas a razón de 1,30 minutos cada una. Además, los partidos que se presentaran a más de 24 circunscripciones disponían de espacios de 10 minutos de propaganda electoral. Carrillo apareció fumando y diciendo que lo importante era evitar una nueva guerra civil. Fraga salió sin mirar a cámara y alzando la voz contra el marxismo y el separatismo. Felipe salió con una rosa roja hablando de futuro y libertad. Dice Anson que había salido antes en un programa de entrevistas de Ramón Rioboo y que se le trató muy bien durante ese año, a lo que atribuye el buen resultado electoral del PSOE. El video lo había dirigido Pilar Miró, realizadora de TVE. El video de Suárez lo grabó otro realizador de la casa, Gustavo Pérez Puig, amigo personal del presidente. Pero en la campaña también hubo margen para el juego sucio. Como cuando Suárez encargó a Enrique Sánchez de León (futuro ministro de Sanidad) para que dijera en TVE que si Franco viviera votaría UCD. La dirección de TVE montó una tertulia en televisión y el futuro ministro de sanidad dijo “eso”.
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