Artículo histórico

El sindicalismo constructivo ¿puede ser apolítico?

Regina Lamo
La finalidad del sindicalismo es esencialmente transformadora de la sociedad. Los procedimientos del sindicalismo son puramente destructivos hasta el presente. Desglosado de toda actuación politica, se ofrece a la expectación del país, que cree vislumbrar en él dos tendencias, o, mejor dicho, conatos de dos tendencias: la inter-vencionista o parlamentaria; la del retraimiento político, o sea la del control de la masa obrera frente a toda labor legislativa. ¿Podrá existir, al fin, un punto de coincidencia entre entre ambos procedimientos? Por el contrario, ¿quedará rota la solidaridad entre los elementos que integren el sindicalismo por tal disparidad de criterio, tendenciosamente acusador de nuevas bifurcaciones doctrinales?

Supeditar el bien relativo, inmediato, al mayor bien lejano, principio es de una casuística que siempre lleva aparejada la admiración hasta del adversario, que presupone altruismo en los que hacen imperar tales efectos, cuyos frutos no han de beneficiar a quienes les preparan y sí a las generaciones sucesivas. Pero, ¿están realmente convencidos de la eficacia de esos sacrificios -en el orden práctico, natural, correlativo, de los hechos preparatorios, que garantizan una buena marcha administrativa de justicia plena, el día, más o menos inmediato, en que triunfe la causa que defienden?

Su absentismo de la politica, ¿permite al partido sindicalista una labor constructiva? Antes bien, ¿le aparta por completo de ella? Huelgas y «boycots», exclusivamente, es un tratamiento que debilita y constriñe al capital, es cierto, pero no transforma, no prepara, no construye sobre las ruinas de aquel un nuevo organismo distributivo, productor, educativo.

-Solo se destruye lo que se sustituye- ha dicho exactamente no recuerdo quien. La acción directa obrera, en economía elemental, es aprovechar todos los medios para defender la vida del trabajador, la libertad del trabajador, la cultura del trabajador, y ¿hay alguien, entre ellos, que crea que son la huelga y el «boycott» el único instrumento para lograrlas, imponerlass y conservarlas después?

El sindicalismo tiene el deber ineludible de darnos una sensación de fuerza inteligente que, lejos de proponerse la desorganización económico-política, desea la purificación de esos manantiales, fecundadores de justicia y de libertad humanas.

Los sindicalistas de buena fe, los sindicalistas inteligentes, los que laboran evangelizando, saben que al cooperatismo debe el proletariado catalán sus horas de triunfo de descanso en aquellos días interminables del lock-out y de huelgas revolucionarias.

A las Cooperativas obreras de Cataluña están unidos, por lazos materiales, muchos sindicalistas. Y por eso les consta que la accción cooperativista, integral, ofrece un amplio cauce para todos los ideales de solidaridad.

Unanse a ellas espiritual y ostensiblemente, presentando o apoyando una candidatura cooperatista, pues tal decisión no ha de implicar colaboración polltica con el régimen actual, sino revelación de la faceta constructiva del sindicalismo, en funciones de fiscalización administrativa de las leyes, coordinada o no con los movimientos exteriores del mundo obrero.

Esa será la única manera de demostrar que un Gobierno sindicalista no habría de arrastrarnos e todos en el derrumbamiento caótico de cuentos valores morales y materiales fueron conquistados por la humanidad.

El Diluvio, 10 de enero de 1923

 

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