Comentario

500 pesetas para dar la vuelta a Europa

Gil Toll

Lo cuenta César González Ruano en sus memorias. En la redacción de Heraldo de Madrid, el director, Manuel Fontdevila, le daba 500 pesetas a su redactor jefe, Manuel Chaves Nogales, para los gastos que tuviera en el viaje que iba a iniciar, la Vuelta a Europa en avión.

Chaves, rascándose la cabeza a través de aquellas ondas y remolinos de su pelo castaño, protestó tímidamente:

  • Con esto llego a París y quizás hasta Londres, pero…
  • Y para qué lleva usted un carnet del Heraldo? No me va a decir usted que no sabe pedir dinero en las embajadas y en los consulados ¿verdad?

Y Chaves se fue con las quinientas pesetas. Éste era el temple golfo, aventurero y eficaz del Heraldo.

Fontdevila

La serie de artículos que se iniciaba el 6 de agosto de 1928 tendría un gran seguimiento de los lectores. Mezcla del interés por la aventura, con accidentes incluidos en el trayecto, y del contenido político y social de las crónicas del periodista. Eran tiempos de pasión popular por la aviación, que revolucionaba el transporte y la visión del mundo. Pero también eran tiempos de censura en la prensa española. La dictadura de Primo de Rivera tenía un gran aparato burocrático en Madrid y en todas las capitales para supervisar a priori todos los textos que se iban a publicar.

La crítica al gobierno y a sus desmanes estaba vetada y los periodistas jugaban al ratón y al gato con el censor redactando sus textos con mensajes entre líneas o bien ubicando los hechos denunciados en otros países. En este contexto, mantener el interés del público por la información exigía un plus de creatividad a los periódicos y en aquellos años se dieron iniciativas como la del viaje de Chaves Nogales para crear interés en los lectores. Sólo unos meses antes de la partida de Chaves, Luiz de Oteyza había publicado su serie Al Senegal en avión, con fotografías de Alfonso, en las páginas del mismo Heraldo de Madrid.

Desde el punto de vista informativo, el tema más destacado en el viaje de Chaves es el del comunismo en la Unión Soviética. Había pasado una década desde el triunfo de la revolución y el interés mundial permanecía sobre un país y un régimen alternativo al capitalismo que se consolidaba. El periodista andaba tras la entevista a Leon Trotsky como su más anhelado deseo, que no se pudo cumplir. El líder revolucionario se encontraba desterrado en una URSS dominada ya por Josef Stalin.

En cambio, Chaves Nogales dejó un reportaje ejemplar. Ante un asunto tan controvertido como el del comunismo, Chaves deja clara al lector su disidencia ideológica, se clasifica como pequeño burgués y se entrega a una descripción honesta de lo que ve y experimenta, con sus nubes y sus claros. El lector agradece en sobremanera este esfuerzo en el que prima la honestidad sobre la pretendida objetividad con la que muchos venden gato por liebre. Ese es el legado a reivindicar.

 

 

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