Comentario

Tele/eXpres, las tres épocas del primer diario nuevo tras la guerra civil

Jaume Guillamet*

La publicación en Barcelona del primer número de Tele/eXpres, el 14 de septiembre de 1964 –hace 50 años- llama la atención por diversos motivos. Es el primer periódico privado autorizado tras la guerra civil, tiene un nombre extraño y toma el aire más ligero y moderno de la prensa de la época. Jaume Castell Lastortras, el fundador, es un empresario de éxito en la industria alimentaria, el sector inmobiliario, la producción y distribución cinematográficas y la banca. Andreu Avel.lí Artís, Sempronio, el director, es un periodista catalanista, dedicado a la crónica ciudadana. El edificio hecho a propósito en la esquina de las calles Aragón y Roger de Flor se he revestido con una fachada de hormigón diseñada por el escultor Josep Maria Subirachs, con las huellas de las cabeceras de todas las publicaciones del incipiente grupo Castell, El Mundo Deportivo incluido. Todo un retrato de la Barcelona del desarrollo.

Este mismo 1964, el régimen franquista ha celebrado el primer cuarto de siglo de la victoria en la Guerra Civil con una campaña de publicidad institucional que escribe en catalán, excepcionalmente, el lema de “25 anys de pau”. Continúa vigente la ley de prensa de 1938, pero hay algunos signos de apertura.

José María de Porcioles, el alcalde desde 1957, se ha hecho cargo de El Correo Catalán por medio de amigos industriales del sector algodonero y el viejo periódico de carlistas y curas pone atención a la vida cultural y comarcal, a la cultura y a los conflictos obreros y universitarios. La Vanguardia Española -adjetivo añadido en 1939- se está recuperando de la reacción ciudadana contra el menosprecio a la lengua catalana expresado por su director, Luis de Galinsoga, biógrafo de Franco, en 1960. Diario de Barcelona, propiedad a medias de Miguel Mateu Pla y el conde de Godó, es el refugio de los lectores monárquicos. Solidaridad Nacional mantiene las posiciones doctrinales del falangismo por la mañana, al igual que hace La Prensa por la tarde. En este mercado secundario, donde El Noticiero Universal de la familia Sedó-Peris Mencheta mantiene la hegemonía de siempre, Tele/eXpres hace una oferta inspirada directamente en el vespertino parisino France Soir.

A pesar de la apertura de la ley de prensa e imprenta de 1966, Tele/eXpres debe pagar con la cabeza del director el enfado del obispo de Lérida por un reportaje sobre sus aparceros de la finca de Montagut. Ya no hay censura y tampoco en el depósito previo a la distribución los funcionarios del Ministerio de Información y Turismo hallan indicio de falta alguno, pero el obispo Aurelio del Pino hace valer su condición de confesor de la señora Franco. En compensación, el ministro Manuel Fraga autoriza la creación del semanario en catalán Tele Estel, dirigido por Sempronio.

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El novelista Ignacio Agustí, formado en la prensa de la Lliga Regionalista y antiguo accionista de la revista Destino, dirige el diario unas cuantas semanas. Está a punto de provocar una reacción de rechazo ciudadano –un nuevo caso Galinsoga- cuando trata de “bonzos incordiantes” a los curas que se manifiestan contra las torturas de la policía a un estudiante. El tercer director, antes de que el diario cumpla dos años, es Carlos Sentís, formado en la prensa catalanista de los años veinte y socio de Castell, como Juan Antonio Samaranch.

El nombramiento del cuarto director es el resultado de la entrada del conde de Godó en el capital del periódico, primero con un 50% y desde 1974 como único propietario. Durante ocho años, Manuel Ibáñez Escofet, periodista tardío y uno de los artífices de la redefinición de El Correo Catalán, convierte Tele/eXpres en una referencia para los sectores demócratas y progresistas. Si en la primera época el periódico se decanta por la información ciudadana y de interés humano, Ibáñez le da el tono liberal propio de un público urbano, culto y avanzado, incondicional, con un abanico de colaboradores que incluyen a Jaume Miravitlles, Joan Fuster, Ernest Lluch, Terenci Moix, Joan de Sagarra, Manuel Vázquez Montalbán, José Antonio González Casanova, Ramon Barnils, Montserrat Roig y Francesc Candel o los dibujantes Tísner, Perich y Guillén. El año decisivo de 1975, Ibáñez tiene un fuerte contratiempo con la detención de Josep Maria Huertas Clavería, que había traído del Correo, condenado en consejo de guerra por una breve referencia a viudas de militares en casas de citas de Barcelona. Afectado por una crisis cardíaca, Ibáñez es substituido por el subdirector, Pere Oriol Costa.

La conspiración socialista que describe Ibáñez en sus memorias contrasta con la brevedad de Costa en el cargo, que abandona voluntariamente en septiembre por las presiones del gobierno de Suárez sobre el conde de Godó, entonces procurador en Cortes. Viene una etapa provisional conducida por César Molinero, formado en La Vanguardia y colaborador del alcalde Joaquín Viola, que culmina con la venta de Tele/eXpres a Sebastián Auger, propietario del grupo Mundo, Hay todavía dos directores más: Miguel Angel Bastenier, formado en el Diario de Barcelona, y Tristán la Rosa, antiguo corresponsal de La Vanguardia en Londres y París y miembro de la Junta Democrática de España. En aquellos años, Tele/eXpres se acercará a las posiciones eurocomunistas del PSUC, en línea con el propietario del Grupo Mundo, que también edita Mundo Diario, Catalunya Express, el deportivo 4-2-4 y el semanario Mundo.

Tres propietarios, ocho directores y tres sedes sociales en sólo 16 años dan el tono de la accidentada vida de este periódico, evocado a menudo por la atención concedida al fenómeno de la gauche divine, por la cobertura de la guerra del Vietnam, por la difusión de la “contracultura” y las críticas a la “culturita”, además del número y variedad de periodistas que pasaron por allí.

Destacados falangistas como Federico Gallo, Santiago de Anta y Juan de Anta figuran en la primera redacción al lado de los fundadores del Grup Democràtic de Periodistes, como Josep Pernau, Mateo Madridejos, Lorenzo Contreras y el mismo Costa. El célebre entrevistador Manuel del Arco, formado en la prensa republicana de Madrid, es director en funciones entre Sentís e Ibáñez. La redacción de la cuarta planta del edificio de La Vanguardia, entrando por la calle Tallers, tiene una media de edad más baja y una orientación ideológica de izquierdas, tendencias que se acentúan con el traslado al flamante edificio del grupo Mundo de la calle Cardenal Reig.

La inestabilidad del diario es también la de la prensa barcelonesa de la ley de prensa y de la transición democrática. Godó ha vendido su mitad de Diario de Barcelona en 1974, antes que Artur Suqué, el heredero de Miguel Mateu Pla, se encoja ante el gobernador Rodolfo Martín Villa, poco antes de la muestre de Franco, y el viejo Brusi empiece su calvario final de la mano de Josep Maria Santacreu, el amigo catalán de Fraga. Aquel mismo año Jordi Pujol toma el control de El Correo Catalán, Sebastián Auger consigue poner el nombre de Mundo Diario al antiguo Diario Femenino y empieza la campaña popular para el proyecto unitario del primer periódico en catalán, Avui. La familia Porcioles había comprado tres años antes El Noticiero Universal para acabar con su línea de crítica al Ayuntamiento.

El 23 de diciembre de 1980 Tele/eXpres desaparece en el naufragio del Grupo Mundo, en un momento dramático de la historia de la prensa catalana. En poco menos de cinco años quedarán sólo tres periódicos en Barcelona (La Vanguardia, Avui y El Periódico de Catalunya), el número más bajo desde 1833. Ante lo audiovisual, la prensa pierde su papel histórico como medio de comunicación principal.

*Jaume Guillamet es catedrático de periodismo en la Universitat Pompeu Fabra y fue redactor y subdirector de Tele/eXpres entre 1969 y 1976

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