Francisco Cabezuelo Lorenzo
Pocas vidas probablemente fueron consumidas con tanta intensidad, reconocimiento antes de morir y grandeza intelectual y humana como la de un italiano tan universal y respetado como Umberto Eco, nacido en la localidad de Alessandria (Piamonte) en enero de 1932 y fallecido en febrero de 2016 en Milán (Lombardía). En la primavera de 2015 la editorial Lumen publicó su última novela, titulada Número Cero, casualmente con el Periodismo como eje principal de la historia. A pesar de que en trabajo previos de ficción como la novela titulada La Misteriosa Llama de la Reina Loana (2004), Umberto Eco ya reflexionaba sobre la construcción de la memoria y de los imaginarios colectivos a través de los recuerdos de la infancia, la publicidad, los medios de comunicación, la literatura o los discos, no es hasta la publicación de Número Cero cuando el pensador italiano desarrolla una trama narrativa que gira alrededor del mundo de la prensa, la manipulación y la influencia del poder en la sociedad a través de los medios de comunicación. La novela, fue presentada en la Feria del Libro de Frankfurt, la más importante de Europa, en 2014 con el título en inglés de That’s the press, baby (Es la prensa, cariño), en alusión a la frase de Humphrey Bogart “¡Es la prensa, encanto, no puedes hacer nada!” (pág. 135) en el papel protagonista de Ed Hutcheson, en la película Deadline (1952), sin embargo salió finalmente al mercado con el título con el que la conocemos hoy.
Eco, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en el año 2000, relata en esta novela la creación de un periódico como instrumento de un empresario para llegar a las esferas de poder del Estado en la Italia de 1992. Cuenta la historia de un poderoso y oscuro empresario, il Commendatore Vimercate, que para chantajear a los poderosos y golpear a sus enemigos pone en marcha el periódico cuyo nombre cabecera será ‘Domani’. Para ello contrata a un grupo de periodistas a los que pone a preparar “números ceros” (maquetas) e informes. Entre estos periodistas se encuentra el personaje protagonista, Colonna, un cincuentón que se presenta a sí mismo como un “perdedor”, al que en abril de 1992, a sus cincuenta años, recibe la extraña propuesta de convertirse en redactor de un diario que se adelantará a los acontecimientos a base de suposiciones y mucha imaginación, sin reparar en el límite que separa la verdad de la mentira, y chantajeando de paso a las altas esferas del poder. Se trata de un medio que debe poner en marcha “dossiers contra la gente” (pág. 131). “La fuerza de un dossier es que no siquiera sirve enseñarlo: basta con hacer circular la voz de que existe y contiene noticias” (pág.132). De este modo se nos presenta ya en el principio de la novela al periodista como un profesional endeble ante sus editores, pero con capacidad de influencia en la sociedad a través de sus escritos, un antihéroe. Colonna ha malvivido hasta la fecha como documentalista, y en palabras de su ex mujer es un “perdedor compulsivo”, que acepta el reto a cambio de una cantidad considerable de dinero. Ésa es la imagen del periodista: un plumilla, una persona débil, sin personalidad, marioneta en manos del poder. Para Eco, el periodista es aquel profesional que fantasea “con lo que sueñan todos los perdedores con escribir un día un libro” que le daría “gloria y riqueza”, que con suerte termina siendo un “negro literario” o un “ghost writer”, escribiendo finalmente sólo obras para otros o al gusto del momento del público en ese momento conforme a una tendencia de moda.
En Número Cero, Eco realiza una crítica mordaz contra la industria del periodismo aprovechado su hondo bagaje cultural en el mundo de la comunicación para describir el funcionamiento de los medios no sólo de Italia, sino del mundo occidental por extensión. En lugar de hacerlo con un ensayo se vuelca en una novela para asegurarse de que su mensaje llegue a muchos más lectores, y que su advertencia –la prensa miente– cala aún más hondo en la sociedad. “Mi padre me acostumbró a no creerme las noticias a pies juntillas. Los periódicos mienten, los historiadores mienten, la televisión hoy miente” (pág. 35). Eco muestra las falsedades que rodean al mundo de la información y lanza una reflexión sobre las mistificaciones de la historia política y civil en su Italia natal, pero que es extensible al resto de Europa. Para ello, ambienta la novela en 1992, año del escándalo Tangentópolis (corrupción del sistema político italiano y reformulación del funcionamiento de la prensa). “Los periódicos son todos de la misma calaña, se protegen unos a otros” (pág. 162). “El caso es que los periódicos no están hechos para difundir sino para encubrir noticias. Sucede el hecho X, no puedes obviarlo, pero….” (págs. 169-170). Las noticias quedan diluidas con otras noticias, viene a decirnos el profesor italiano.
“Las noticias no es necesario inventarlas, basta con reciclarlas”, llega a poner Eco en boca de un personaje (pág. 187). Del mismo modo, en la novela, destacan las lecciones sobre “cómo hacer un desmentido” (págs. 64 y 65) o “un obituario” (pág. 130), en las que da una auténtica lección de periodismo, o sobre cómo recoger hechos, opiniones y citas de testigos (págs. 56 y 57) para una perfecta selección de noticias (pág. 58). “Claro que hay otros medios para hacer pasar las opiniones sesgadamente. Para saber qué poner en un periódico hay que fijar, como se dice en las demás redacciones, la agenda. Hay una infinidad de noticias que dar en este mundo, pero ¿por qué se debe decir que ha habido un accidente en Bérgamo e ignorar que ha habido otro en Messina? No son las noticias las que hacen el periódico sino el periódico el que hace las noticias”, afirma uno de los personajes. También reflexiona sobre aspectos como el framing o encuadre de las noticias (pág. 99) y las últimas tendencias periodísticas y su influencia sobre la gente.
Eco también desarrolla una auténtica clase magistral sobre el uso por parte de la prensa de las “teorías de la conspiración” sus reflexiones en boca de diferentes personajes (págs. 42-44 y 181-183). En la novela también se encuentran numerosas reflexiones sobre el mundo de “los filtros y la autocensura en el periodismo”. “Si tienen una idea, expónganla, luego decidiré yo si debemos desarrollarla o no” (pág. 73), añade en boca del personaje Simei, que es redactor jefe del periódico. “Simei no será un gran periodista, pensé, pero en su género es un genio. Y me acordé del comentario que se le atribuye a aquel director de orquesta, una gran lengua viperina, sobre un músico: “En su género es un Dios; es su género el que es una mierda”.
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Una novela muy esclarecedora y educativo en nuestra cultura Latinoamericana del Maestro Humberto Eco, que todo Periodísta debe leer y estar comprometido en primer lugar con el público, al cual debemos,así como el de este oficio tan hermoso, noble e imcomprendido muchas veces..
Tristemente es una realidad de siempre