Gil Toll
La fascinante ciudad de Trieste es el escenario que recorre Boris Pahor en el documental que ha dirigido la francesa Fabienne Issartel. Es el retrato de un hombre libre, según titula la autora, y añadiremos que es un retrato que combina el primer plano íntimo del personaje con el gran plano general de la Europa del siglo XX.
Porque la historia de Pahor es la historia de Trieste, que a su vez es un fragmento clave de la historia del siglo pasado. Una ciudad que fue fundada por los austríacos, habitada por los eslovenos, conquistada por los fascistas italianos, invadida por los nazis y liberada por los partisanos.
Pahor nació en 1913, por lo que ya cuenta con 102 años, que lleva con una increible agilidad física, mental y comunicativa. Un gran personaje sólo por su edad, pero que crece en estatura ante el espectador a medida que se desgrana su trayectoria vital e intelectual.
De cultura eslovena, Boris Pahor escogió el lado difícil durante la invasión nazi de su ciudad y se alineó con la resistencia. Conoció campos de concentración como el de Dora, donde coincidió con Herbert von Braun, el físico que construyó los V2 en el mismo campo y que más tarde trabajaría para los norteamericanos en la NASA.
Conoció también el terrible campo de Bergen Belsen, donde sus penurias infinitas llegaron al depravado extremo de comer carne de cadáveres humanos para sobrevivir. De estos episodios dejó constancia en su nutrida obra escrita en esloveno y traducida a los principales idiomas europeos.
Y es que más allá de los aspectos morbosos de su biografía, el documental de Fabienne Issartel retrata a un autor que escribe con su vieja máquina de escribir, que visita los cafés al estilo vienés que abundan en Trieste o que firma libros para unos lectores que se arrodillan literalmente ante él para facilitar el diálogo con un anciano sentado en un sillón.
El documental se beneficia de la belleza de la ciudad de Trieste, sus tranvías y la bahía que tiene a sus pies surcada por barcos de todo tonelaje. Y en este ambiente Boris Pahor nos habla del amor y de sus amores, que para él han supuesto el sentido máximo de su existencia.
Y esto es así porque el mismo oficio de escritor ha decepcionado a Pahor. Lo ejemplifica con otro autor, Erich Maria Remarque, autor del gran superventas Sin novedad en el frente en el que se denunciaba la crueldad de la I Guerra Mundial, que fue leído por millones de europeos y que no «sirvió» para evitar una segunda contienda aún más feroz que la primera.
Aún así, Boris Pahor mantiene una importante actividad pública y en el documental se muestran actividades conjuntas con autores de parecida biografía, como Spethane Hessel e Imre Kertész.
La defensa de la cultura parece ser la última frontera de un autor que se reivindica esloveno y que celebra el muy reciente descubrimiento de su obra por parte de la población de cultura italiana. Afirma que ambas comunidades han encontrado una forma de convivencia en la compleja Trieste y reivindica la identidad europea como la fórmula superadora de los nacionalismos reductores.
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