Oriol Pàmies
Esta es la crónica del nacimiento y corta vida de uno de los proyectos periodísticos más peculiares y a la vez más olvidados de la Transición, según me lo contaron los protagonistas y las hemerotecas veintitantos años atrás.
En 1976, el editor Sebastián Auger disponía de una potente maquinaria instalada en la sede del grupo Mundo, donde se imprimían Mundo Diario, su buque insignia, el deportivo 4-2-4 y las revistas Meridiano, Dossier Mundo y Club Mundo. Según describió uno de sus más cercanos colaboradores, el periodista y abogado Jaume Serrats, “había que “dar que comer” a esa maquinaria y para ello el editor ideó la creación de un vespertino de carácter popular a imagen del Daily Mirror británico. Serrats aceptó el reto de dirigir la empresa con una redacción muy corta, pero con un equipo muy profesional formado por Xavier Roig, Josep M. Casasús, Josep M. Sòria y Jaume Guillamet, todos procedentes de Tele/eXprés”.
Los responsables del proyecto se pusieron a la labor de adaptar el modelo de periódico popular con algunas correcciones: una mayor atención a los temas políticos, por el excepcional momento histórico que vivía el país, y una compaginación más cerrada de lo que es habitual en diarios equivalentes del ámbito anglosajón.
De hecho, la política estuvo presente en Catalunya Express desde su salida a los quioscos el 14 de diciembre de 1976, víspera del referéndum sobre la reforma política impulsada por Adolfo Suárez. El equipo responsable mantuvo su compromiso con la apertura democrática y apostó por mostrar una vertiente humana y lúdica con iniciativas como la quiniela electoral de los comicios de junio de 1977, premiada con un televisor en color. O el concurso de redacción sobre el president Tarradellas con motivo de su vuelta del exilio. También se dio un espacio a la información laboral nada corriente en el modelo de prensa popular. Se reflejaba así la difícil situación económica del país y se seguía la línea editorial marcada por Mundo Diario.
Se trataba de un proyecto ambicioso, pretendía llegar a las masas de lectores con déficits culturales que solamente se acercaban al quiosco en busca de material de evasión. Se pretendía que Catalunya Express fuera “el diario de las ediciones especiales, de las exclusivas, el que se avanzaba unas horas, el de las portadas que no coinciden con los otros”, como se escribió en el propio periódico. Un anuncio lo expresó de esta forma. “¿Está harto de tanta guerra política? Entonces lea Catalunya Express. Aquí una noticia pesa lo que pesa… ¡y usted no pierde el tiempo!”
El esfuerzo inicial fue importante. Se confeccionaron dos ediciones diarias con frecuencia y se demostró agilidad sacando seis ediciones con motivo del sorteo de lotería de Navidad. Se imprimió una edición especial del derby Español Barça con fotos obtenidas con una polaroid que se incluyeron en una edición repartida al final del encuentro. Se elaboró una edición especial el 11 de septiembre de 1977 que salió a las 8 de la noche y se repartieron ediciones instantáneas el día del retorno de Josep Tarradellas. En cuanto a primicias, destacó la del viaje de Tarradellas a Madrid el 27 de junio de 1977.
El derroche de energía persistió sólo durante el primer año. Sí hay que reconocer que algunas de sus innovaciones abrieron camino, como la escritura de Catalunya siempre con ny en un diario catalán en castellano o la preocupación por los servicios al lector. Aquí destacó una amplia cartelera de espectáculos, que incluía los cines del cinturón de Barcelona e incluso los de Perpiñán, por el interés que entonces tenían los españoles en las películas de alto voltaje erótico prohibidas en el país. También sobresalió la información sobre la programación de televisión, con llamada a portada y crítica incluida de las películas del día.
Innovaciones aparte, Catalunya Express siguió las pautas del género con un formato pequeño, poco texto, grandes titulares, grandes fotografías o fotomontajes, variedad de recursos tipográficos y poca opinión. Además de los editoriales, se publicaban las columnas de Manuel Vázquez Montalbán Porque sí, Josep M. Casasús, No secret, y Jaume Guillamet, Notas de sociedad. Abundaron las crónicas firmadas, como la noctámbula de Julià Peiró, titulada La noche de anoche, que más tarde asumió Miguel Pérez Quintanilla. La de televisión, del mismo Peiró, rotulada como 007, licencia para incordiar; la de Basilio Rogado A pantalla abierta; la de Manuel Román, Casi todo Madrid, después sustituida por El Madrid de Amilibia; la de Javier del Olmo, Con la tele por delante; y la de música, que firmaban conjuntamente Xavier Sardà y Joan Ramon Mainat.
En general se trataba de una redacción muy joven, en la que muchos de sus integrantes tuvieron su primera experiencia estable en periodismo. “Fue una buena escuela, un ensayo de cómo montar un periódico sobre la base de la creatividad y la imaginación porque intentábamos dar la vuelta a todas las noticias. Catalunya Express fue como un laboratorio”, concluyó Jaume Serrats su evocación. Antonio Franco, a quien Auger pidió opinión antes de sacar Catalunya Express, abona esa idea: “Una cosa que me pareció muy importante fue la desvergüenza, la osadía de hacer cosas atrevidas, al margen de lo que era corriente (…) Si no hubiera salido antes Catalunya Express, nos habríamos equivocado con El Periódico”.
Pero esta no era la intención inicial de un diario nacido con pretensiones de convertirse en el primer diario de la tarde en Barcelona, y que en los últimos tiempos vio reducida su circulación y su cartera de publicidad a cifras irrisorias, antes de su desaparición definitiva, el 11 de enero de 1980, con la publicación del número 931.
Jaume Serrats cree que el proyecto falló por dos razones: “Por un lado, era un diario de redacción pequeña y muchas colaboraciones, como las revistas del corazón, y la empresa no mantuvo el compromiso económico para sostener ese esquema; del otro, comprobamos que nuestro público potencial no tenía el hábito de lectura.”
Jaume Guillamet llegó a conclusiones similares: “La salida y el rápido éxito de El Periódico, en 1978, fue la primera señal de crisis del grupo Mundo, ya que el nuevo diario incorporaba, con más recursos, una síntesis de Mundo Diario y Catalunya Express”.
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