Félix Lorenzo ha muerto. Falleció ayer, a las cuatro y media de la tarde. Acababa de realizar sus habituales tareas periodísticas, y sobre el Trabajo ha muerto, como vivió en el Trabajo y para el Trabajo.
Desde hace algún tiempo una enfermedad crónica le aquejaba. Ultimamente se había agravado tan considerablemente, que hubo de marchar a Alicante para atender en aquellas tierras soleadas su delicada salud. De regreso a Madrid, notablemente mejorado, al parecer, casi repentinamente ha fallecido en su domicilio, Atocha num. 137.
Un gran periodista, un gran temperamento, un hombre de convicciones liberales entrañablemente sentidas y mantenidas con gallardía magnífica en todo tiempo, ha desaparecido. Escritor sutil y agudo, espíritu buido y penetrante, que adentrábase en la realidad de todos los días, sabia encontrar para goce de sus lectores la flor de la actualidad y la gracia transcendental del momento.
Nació en Madrid en el año 1879. Cursó estudios en el instituto del Cardenal Cisneros y en la Universidad Central. En plena adolescencia, inició la carrera periodística, en la cual tan destacados triunfos había de lograr más tarde. Desde sus primeras tentativas reveló condiciones y aptitudes extraordinarias, que reforzaron el espíritu de su vocación. A los quince años ingresó en la Redacción del Periódico “Justicia”, fundado por don José Salmerón, y después en otro, que vino a ver la luz con el nombre de “Vanguardia”. Tiempos heroicos durante los cuales se templó su espíritu joven en la lucha y en el combate.
Recordando aquella época, Félix Lorenzo decía:
-No había día en que no tuviéramos un proceso ni hora en que no tuviésemos un céntimo.
Siguió escribiendo en otros periódicos y publicaciones artículos terriblemente demoledores, a tenor de lo que escribían entonces Salmerón, Pi y Margall y otros insignes republicanos. Trabajó después en la agencia Fabra, para pasar luego a realizar el Trabajo de editorialista en “La Correspondencia de España” y “El Imparcial”.
Al fundarse “El Sol” le fue encomendada la dirección. La obra en estas páginas, en la memoria de todos nuestros lectores está presente. De sus prodigiosas facultades periodísticas, de su espíritu vivo y combativo, de su clara dialéctica, al servicio de una gran cultura y un ardiente amor por la libertad y la democracia, dejó en las páginas de “El Sol” pruebas de todos conocidas y celebradas. Sus “Charlas” le granjearon singular popularidad durante los ominosos años de la dictadura, que en “Heliófilo” tuvo un enemiga implacable y temible, que frente a los dictadores, con toda su fuerza organizada y sus poderosos y aplastantes recursos de defensa, esgrimía solo su pluma de periodista, mojada en la acidez de la sátira.
El espíritu que animaba la sátira venció al fin sobre la fuerza bruta, después de un periodo de vicisitudes amargas. El esfuerzo del insigne periodista no fue baldío. La República, a cuyo advenimiento contribuyó “Heliófilo” con su pluma y sus nobles impulsos liberales, fue la satisfacción del triunfo de un ideal firmemente sentido. Lo mejor de su obra y de su vida en las páginas de “El Sol” quedó.
Sus “Charlas” han sido recogidas en varios volúmenes. Quedarán en la historia del periodismo español como un ejemplo de agilidad intelectual y brío polémico.
En el íntimo recinto de nuestras más nobles devociones, el nombre de Félix Lorenzo tendrá siempre una luz votiva de entrañable y cariñoso recuerdo. Estamos seguros que todos los liberales y republicanos de España le consagrarán igual culto.
Cuantos trabajamos en “El Sol” enviamos a los familiares de Félix Lorenzo la seguridad de nuestra participación en el dolor que les aflige.
El Sol, 25 de abril de 1933
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