Investigación

Memoria de Valentín de Pedro

 

Aníbal Salazar Anglada*

En 1916 llegaba a España, procedente de la Argentina, un joven poeta y periodista llamado Valentín de Pedro, lleno de entusiasmos y con hambre de fama. Había nacido en la provincia de Tucumán, al noroeste del país, en 1896. Sus padres, oriundos de España ―su padre originario de la provincia de Burgos y su madre nacida en la provincia de Soria―, habían llegado al país del Plata con aquellas oleadas de inmigrantes que tuvieron lugar en el último tercio del siglo XIX, junto a italianos, rusos y armenios que arribaban por centenares de los barcos (de ahí el dicho popular: “Los mexicanos descienden de los aztecas; los peruanos de los incas; y los argentinos… de los barcos”). Ese encuentro con la madre patria que se cumple en Valentín de Pedro constituye no en vano uno de los tópicos del fin de siglo, toda vez que se diluye, aunque no del todo, la hispanofobia engendrada tras el nacimiento de la República Argentina en 1816.

Luego de un periodo intenso en Barcelona, el escritor y periodista argentino se instala en Madrid como corresponsal para algunos diarios porteños y redactor ocasional en la prensa madrileña. Pronto logra la entrada en las tertulias de Valle-Inclán, Ortega y Gasset, Manuel Azaña, entre otras (su nombre aparece en las memorias de Cansinos Asséns y Ramón Gómez de la Serna). Los años 20 y la primera mitad de la siguiente década conforman el periodo más fructífero de su producción intelectual y de su labor como periodista: escribe ensayos sobre las relaciones hispano-argentinas, entrevista a las principales figuras de la cultura nacional, publica una veintena de novelas cortas y un buen puñado de piezas teatrales para su puesta en escena. Pues, dejada a un lado la poesía, que desde luego no daba para comer, el teatro se revela como una de sus grandes pasiones. Sus crónicas teatrales serán muy leídas, y su labor al frente del semanario La Farsa, la revista teatral más relevante en la España de los años 30, lo pone en contacto con dramaturgos como los hermanos Quintero, Federico García Lorca o los Machado, de quienes publica la primera edición de algunas de sus piezas más aplaudidas. Llega incluso a escribir obras teatrales a dos manos con autores de la talla de Antonio Paso, Tomás Borrás o Luis Fernández Ardavín.

Junto a su amor a las letras, Valentín de Pedro se sintió desde muy pronto atraído por el movimiento sindical en España, que entonces tenía su máxima representación en la UGT y la CNT. A este último sindicato se afilia el argentino, de manera que a medida que avanza la década del 30 y la situación política se enrarece, crece su compromiso con la clase trabajadora y durante la guerra civil serán frecuentes sus artículos en diarios anarco-sindicales como CNT, El Sindicalista o Castilla Libre. En 1938, es decir, ya iniciada la guerra, la CNT, con el auspicio del gobierno de Juan Negrín, crea la primera Escuela de Capacitación Teatral, dependiente del Sindicato Único de Espectáculos Públicos. Valentín de Pedro ocupa el cargo de director, además de impartir algunas materias (uno de sus alumnos predilectos fue Fernando Fernán Gómez). Al igual que el tándem María Teresa León-Rafael Alberti con su Teatro de Arte y Propaganda y el Club de Actores del Teatro de la Zarzuela, Valentín de Pedro, casado con la actriz de teatro, directora de escena y adaptadora María Boixader, contribuirá a la causa republicana con la puesta en escena de obras teatrales con mensaje ofrecidas a los milicianos.

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Aunque no se tienen noticias de que el argentino empuñara las armas durante el conflicto español, las credenciales arriba mencionadas eran más que suficientes para que fuese juzgado y acabara en el paredón, como tantos intelectuales afines a la causa de la República. Al término de la guerra civil, Valentín de Pedro es apresado y llevado a la temida galería de condenados de la prisión de Porlier, en Madrid, que era la antesala del paredón. Allí coincide, en la galería nº 3, con no pocos escritores y periodistas cuyos nombres forman parte de la cultura española de entre guerras: Diego San José, Pedro Luis de Gálvez, Cipriano Rivas Cherif ―cuñado de Manuel Azaña―, Antonio de Hoyos y Vinent, Javier Bueno, Julián Zugazagoitia, Francisco Cruz Salido, Teodomiro Menéndez, Miguel Salvador y Carlos Montilla, entre otros muchos. Algunos fueron apresados en el sur de Francia por el siniestro policía Pedro Urraca, quien, asistido por la Gestapo, conducía a los prisioneros a la frontera española para que la policía de Franco procediera a su traslado a Porlier. Todos ellos fueron sometidos a un juicio sumarísimo amañado, pura opereta del Nuevo Régimen, y casi todos terminaron siendo condenados a muerte ante un pelotón de fusilamiento. Su delito mayor: “Adhesión a la rebelión”. Valentín de Pedro corrió mejor suerte (así como San José, Rivas Cherif, Menéndez y Montilla) y, gracias a la intervención de la diplomacia argentina, pudo salir en libertad en 1941 y regresar a su país natal. Su memoria del horror vivido en la prisión de Porlier, donde vio malvivir y morir a hombres valientes de una altura ética hoy en desuso, quedó registrada en la serie de artículos titulada Cuando en España estalló la paz, publicada entre enero y febrero de 1942 en el diario Ahora de Buenos Aires. En esta serie de retratos carcelarios Valentín de Pedro narra los últimos días de un grupo de escritores y periodistas, algunos compañeros suyos de redacción en El Sindicalista o en CNT, quienes habían luchado a favor de la República con la mejor arma de la que disponían: su pluma. La entereza y heroicidad de esas personas que trabajaron al servicio de los valores republicanos (vale decir democráticos) y que, en no pocos casos, pusieron un punto de cordura y nobleza en aquella barbarie colectiva que fue la guerra, se han diluido en el tiempo. ¿Quién se acuerda hoy de Javier Bueno, uno de los periodistas más populares de su tiempo? ¿Y de Julián Zugazagoitia, editor y director del diario El Socialista, autor de una Historia de la guerra de España publicada en 1940? ¿Y quién recuerda hoy a Valentín de Pedro, aquel testigo de excepción? ¿Quién les devolverá a todos ellos su dignidad y honor, cuya restitución pasa necesariamente por la verdad de la justicia?

* Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, actualmente es profesor en la Universitat Ramon Llull de Barcelona. Ha editado la novela de Valentín de Pedro La vida por la opinión. Novela del asedio de Madrid (Sevilla: Renacimiento, 2014), publicada originalmente en Buenos Aires en 1942; y próximamente editará, también en Renacimiento, la serie de retratos carcelarios reunidos por Valentín de Pedro bajo el título Cuando en España estalló la paz (1942), junto a otros escritos del mismo autor sobre la guerra civil española.

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