Vuelta a Europa

Roberto Castrovido elogia a Manuel Chaves Nogales

Un artículo de Castrovido

 

Comentando el viaje y las crónicas de nuestro querido compañero Manuel Chaves Nogales, el ilustre escritor D. Roberto Castrovido ha publicado un artículo en el que con su proverbial generosidad de espíritu realza el esfuerzo y el éxito de nuestro compañero.

Es para nosotros un motivo de legítimo orgullo la reproducción de estos párrafos del maestro, que exaltan la trascendencia literaria y social del viaje de Chaves Nogales.

Ya está en Madrid Chaves Nogales. Bien venido sea. Ha ido a Rusia y ha vuelto de Rusia, que ha recorrido del Báltico al Caspio en aeroplano.

Ha utilizado un medio moderno y ha podido, gracia a eso, viajar con rapidez. Pero el mérito del viaje está en el hombre Chaves Nogales y no en el vehículo que usó.

Pasa en la literatura lo que en la guerra: importante es la aviación, el submarino, el automóvil, los explosivos, los cañones de alcance y de repetición, los gases asfixiantes; pero lo esencial no es eso, sino lo más antiguo, el hombre. No cabe duda de que los chismes mecánicos que llevan rapidísimamente de un punto a otro son utilísimos para viajar, y que la estilográfica es bonísimo invento, y que las máquinas de escribir ahorran tiempo en la lectura de manuscritos de letra endemoniada, y que la linotipia es mejor que las letras de plomo y las cajas con sus cajetines; pero para escribir literaria, bellamente de viajes, lo principal es el hombre. La única diferencia es que la guerra exige al hombre valor, fuerza, agilidad, resistencia, sobriedad, y la literatura le pide arte, cultura, talento, don de ver y don de contar lo que ha visto.

Los chicos de la vanguardia se extasían con el motor de explosión, con el avión, con el auto, con la pista para automóviles, con la telegrafía sin hilos. No es desdeñable nada de eso; pero no es lo principal, ni menos lo esencial.

Enrique Heine viajó a caballo, en diligencia, en silla de postas o a lomos de un mal “rocín”, y hasta ahora sus cuadros de viaje son muy superiores a lo que nos está contando en “La Gaceta Literaria” Jiménez Caballero. Y no hay desestima para este querido amigo mío en el argumento comparativo.

Chaves Nogales, desde su aparato volador, ha escrito dos o tres páginas bellísimas; aquella en la cual compara las ciudades con el cielo estrellado y la visión desde lo alto de la tierra rusa; pero lo más bello lo ha escrito después de apearse o de aterrizar, andando por ciudades, campiñas y minas. Si el aeroplano no hubiese llevado un Chaves Nogales, el viaje carecería de toda trascendencia política, social y literaria.

He leído con admiración y encanto lo que escribió en París, lo que escribió en Berlín -¡Oh, la descripción de las rondas conmemorativas de la República en su aniversario!-, lo que ha escrito en Rusia, ya al toparse con un soldado rojo, ya al tratar con una jovenzuela bien pertrechada de armas, ya al considerar la falta de lo superfluo, bien al echar de ver la etiqueta comunista ora en Moscú, ora en la capital de Georgia, así en las minas como en los sanatorios.

Cuando leí el libro de Fernando de los Ríos me coloqué frente a la dictadura del proletariado. Hoy he cambiado mucho. Dictadura por dictadura prefiero la del proletariado bolchevique a la de Mussolini y el fascismo. Desde el zar Alejandro fue Rusia la reserva de la reacción; hoy es la reserva revolucionaria.

Me repugna de la Rusia soviética la policía omnipotente, irresponsable, cuya descripción constituye otro de los aciertos de Chaves Nogales. Seguramente que hará un libro con estas observaciones y con las reflexiones que le sugieren y está escribiéndolo. Ardo en deseos de leerlo.

17/10/1928

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