Cuando España entera vivía bajo la dolorosa impresión del fusilamiento de los heroicos capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández La Vanguardia les calificó de traidores a la patria.
Esta empresa insincera quiso confundir a los republicanos con los comunistas y a estos con las hordas de salteadores de caminos al servicio de cualquier agitador extranjero. Ni los republicanos que se sublevaron en Jaca eran comunistas, ni los comunistas son merecedores de las injurias que La Vanguardia prodigó a quienes lucharon por la dignidad de España. Probablemente La Vanguardia supuso que bastarían sus torpes y mercenarias palabras para que el pueblo se declarara monárquico. Y sucedió todo lo contrario: Cataluña en peso vibró de indignación ante la infamia de La Vanguardia.
Calientes los cadáveres de Galán y García Hernández, muertos con ejemplar heroísmo, vibrando aún en el aire sus entusiastas manifestaciones de republicanismo, esa Empresa insincera profanó su recuerdo y tergiversó sus actos con palabras falaces e informaciones tendenciosas.
De lo que en Jaca sucedió La Vanguardia dio a conocer cuanto podía convenir a la política monárquica del conde de Godó.
En nuestro anterior artículo afirmamos que el conde de Godó no procede noblemente al efectuar una política veladamente monárquica, cuando tiene el deber ineludible de declararse en pro o en contra de la República.
Hoy diremos que los periodistas que dirigen La Vanguardia son también insinceros.
Son directores de este rotativo los señores Escofet y Gaziel. Ambos se las dan de republicanos. El primero colabora en La Voz de Madrid y el segundo en El Sol.
Es muy interesante la lectura de los artículos que ambos periodistas publican en la prensa madrileña, porque su parangón con los que firman en La Vanguardia demuestra bien a las claras que son hombres de doble faceta, de dos caras, que se atreven a sostener en un periódico ideas democráticas y en otro francamente reaccionarias.
El señor Escofet es uno de los autores de estos artículos derechistas que tanto indignan a Barcelona y es asimismo el que firma y cobra las palabras liberales que publica en Madrid.
Cuanto al señor Calvet, o Gaziel, queremos hacer pública su actuación para que nadie se llame a engaño. Este periodista dejó de formar parte de El Sol cuando los católicos y monárquicos adquirieron la mayoría de las acciones; pero continuó dirigiendo La Vanguardia, periódico católico y monárquico.
Últimamente toda Barcelona recuerda el artículo publicado contra el señor Cambó y la réplica de este cacareado financiero. A toda Cataluña extrañó que el señor Gaziel no rebatiera los ataques que le dirigió el famoso Cambó. La Vanguardia reprodujo el artículo contra su director, señor Gaziel, en catalán, con todos los honores, y no publicó una sola línea de justificación ni de ataque contra el gran lliguero.
En estas mismas columnas publicamos nosotros un entrefilete llamando la atención del público sobre este hecho y preguntando al señor Gaziel por qué no contestaba a Cambó en la forma que merecía.
La explicación de lo sucedido es muy interesante. El conde de Godó, edecán de la monarquía, alfonsista hasta la médula, defensor del régimen por seguir siendo favorito, llamó al señor Gaziel obligándole a insertar la contestación de Cambó y prohibiendo terminantemente que le contestara.
Nos parece grotesca y repugnante la medida del conde de Godó. No obró como un noble al abusar de su situación privilegiada para imponer a Gaziel una norma de conducta, máxime cuando este periodista puede darle lecciones hasta de Gramática.
Gaziel, empero, tampoco estuvo a la altura al consentir la imposición del conde. Él, que se marchó de un periódico por incompatibilidad con los accionistas católicos y monárquicos, estaba obligado a dar una lección al conde de Godó marchándose de La Vanguardia y haciendo público el motivo.
Y exigimos de Gaziel esta actitud, porque su situación económica y su prestigio periodístico le permitían el gesto, sin que por ello hubiera de faltarle jamás no ya lo indispensable para la vida, sino tampoco lo superfluo.
La Vanguardia es una Empresa insincera. No es sincero su propietario, el conde de Godó, ni sus dos directores, señores Escofet y Gaziel. El pueblo de Cataluña lo sabe y fallará en consecuencia.
El Diluvio, 1 de mayo de 1931
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