Documental

Joana Biarnés, aquel regalo inesperado

Jordi Rovira

Tres años atrás, apareció en mi vida, por casualidad, Joana Biarnés. Fue uno de esos regalos inesperados que cualquier periodista quisiera. Yo estaba escribiendo un reportaje para la revista Capçalera –publicación que dirijo y que edita el Col·legi de Periodistes de Catalunya– sobre El Mussol, un grupo de fotoperiodistas que en los años grises del franquismo apostaron por una fotografía atrevida e innovadora. Fue entonces, intentando dar con alguno de los supervivientes de aquel grupo, cuando me dijeron que un tal Cristóbal Castro –fotógrafo de Terrassa– podía pasarme el contacto de alguien de El Mussol. Localicé a Castro y no sólo me pasó el contacto que necesitaba sino que también me comentó la existencia de una fotógrafa llamada Joana Biarnés con un archivo tan interesante como desconocido. No me dijo, sin embargo, que era precisamente él quien había descubierto su archivo –que llevaba más de dos décadas guardado en cajas– y que lo estaba ordenando con la intención, algún día, de organizar una exposición.

Recuerdo haber apuntado el nombre en un papel y, una vez terminada la llamada telefónica, buscar en Internet algo de aquella tal Biarnés. Lo que se sabía de ella era que en 1965, siendo fotoperiodista, había hecho unas fotos exclusivas a los Beatles. Aparte de esta anécdota, explicada en numerosas ocasiones, había poco más, salvo algunas informaciones, muy diseminadas, que insinuaban que fue la primera mujer fotoperiodista de España.

No era mucha información pero el personaje parecía interesante así que envié a una periodista y a un fotógrafo hasta Viladecavalls –el pueblo donde Biarnés residía– para que charlaran con ella. El reportaje que me entregaron detallaba anécdotas reveladoras y se acompañaba de algunas fotografías realizadas por ella que les había cedido y que eran más que interesantes.

En ese momento me encontraba terminando un documental con Óscar Moreno y Xavier Baig –integrantes de productora Rec Videoproduccions– y, una vez leyeron el reportaje, coincidieron conmigo en que allí podía haber una buena historia. Fue así como el Óscar y yo, con la excusa de entregarle un ejemplar de Capçalera, fuimos a encontrarnos con Joana. Queríamos ver hasta qué punto aquellas anécdotas se englobaban en una historia coherente, si el personaje –que entonces tenía 77 años– funcionaría delante de una cámara, si aquel archivo del que me había hablado Castro era tan rico y extenso como decía, etc…

Tras un cuarto de hora charlando con Biarnés, no podíamos creer lo que teníamos delante. Efectivamente, era una pionera, humilde y desconocida, con una vida excitante y divertidísima. Cuando vimos el montón de fotografías que guardaba en su pequeño estudio –después descubriríamos miles de negativos en el garaje– la sorpresa fue aún mayor. Habíamos topado con una gran historia que justificaba, de sobras, un documental. Es más, éste era el mejor formato para dar a conocer aquel personaje tan atractivo y mostrar su obra fotográfica. Joana aceptó la propuesta del documental, aunque por aquel entonces no valoraba lo más mínimo su obra y no acababa de entender porque a alguien le podía interesar un documental de más de una hora sobre su vida.

La vida de una mujer nacida en Terrassa, que tuvo que soportar los prejuicios de los que no entendían que quisiera ser fotoperiodista. Una mujer que después de ir a estudiar y trabajar a Barcelona acabó fichando por el diario Pueblo de Madrid, donde comenzó una carrera envidiable viajando por todo el mundo y conociendo un montón de personajes famosos para, finalmente, emanciparse y montar su propia agencia. Una mujer que a mediados de los ochenta vio que la profesión estaba degradándose y optó por dejarlo y montar, junto a su marido, un restaurante –la cocina era su otra pasión– en Ibiza. Y que, al jubilarse, volvió a Cataluña con aquel montón de cajas repletas de fotografías y negativos de su época como fotoperiodista.

La historia, pues, era ideal para un documental. A partir de entonces –y después de meses de gestiones para conseguir la financiación necesario– comenzó un arduo trabajo consistente en ordenar su vida (es decir, sus recuerdos), buscar testigos que la hubieran conocido y tratado (Serrat, Colita, Raphael, Arzak …), rebuscar en su archivo, etc..

Desde aquel primer encuentro con Joana ya han pasado tres años y el documental (titulado Joana Biarnés. Una entre todos y que se puede ver en la plataforma Filmin, el 10 de mayo en TV3 y a finales de junio en La 2) no sólo es una realidad sino que está recogiendo excelentes críticas e incluso algunos premios (tres galardones en el Festival Memorimage de Reus y uno en el Festival de Málaga). Sin embargo, lo más importante es que tras este largo viaje se está consiguiendo situar a Joana en el lugar que se merece dentro del fotoperiodismo español. La Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña, una exposición en Terrassa, una próxima antológica que se inaugurará el 31 de mayo en PhotoEspaña y un goteo imparable de galardones son la prueba de ese reconocimiento.

En un país en el que somos expertos en reconocer a los pioneros y a los grandes fotógrafos treinta años después de su muerte, el reconocimiento en vida de Joana nos hace felices. Y haber sido cómplices de ello, nos llena de orgullo.

Cartel-Joana-Biarnes

Ver el documental en Filmin

 

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