David Fernández de Castro
Ajoblanco fue una revista nacida en el tardo franquismo (1974) y que desapareció con la consolidación de la Democracia (1999). En su primera etapa (1974-1980) se caracterizó por abordar temas de los que nadie había hablado antes en este país: drogas, comunas, ecología, homosexualidad, anti psiquiatría, libertarismo etc. Y en su segunda aparición (1987-1999) evolucionó hacia el gran reportaje y las tendencias.
El documental Ajoblanco crónica en rojo y negro tiene un precedente en El Papus, anatomía de un atentado, otra obra documental en la que investigaba los hechos que rodearon a la bomba que estalló, en 1977, en esta publicación satírica y en la que trabajaba mi padre. Cuando murió Franco yo tenía 6 años y siempre me ha intrigado este periodo llamado la Transición; de hecho creo que es el gran tema a investigar en el documental histórico español, una vez que la Guerra Civil comienza a dar signos de agotamiento y reiteración.
Hace dos años Valentín Roma, amigo y comisario de una exposición sobre la revista Ajoblanco, y que había visto el documental sobre El Papus, me encargó una serie de entrevistas en vídeo a gente relacionada con Ajoblanco, y que serían proyectadas en la exhibición que iba a tener lugar en el Centro Conde Duque de Madrid y el MACBA de Barcelona. Documentándome, en especial al leer Los 70 a destajo -el libro de Pepe Ribas, fundador y director de la revista-, me di cuenta de que al hablar de esta publicación se podía hacer el retrato de una determinada generación, y de la evolución de la sociedad española en ese periodo de tiempo. El proyecto gustó al productor Tono Folguera, otro apasionado por la Transición, que consiguió la coproducción de TVE y la participación de TV3 en el proyecto.
Hacer un documental sobre una obra en papel (imagen estática) y ya desaparecida, es de las cosas menos televisivas que puedan existir. Es por ello que siempre tuvimos claro que la historia de la revista, desde la radicalidad de los contenidos y el diseño del primer Ajo, hasta la evolución más mainstream de su segunda etapa, debía ir combinada con imagen de archivo de hechos históricos (manifestaciones, Jornadas Libertarias del 77 etc.) o sociales (campanadas de fin de año con Lola Flores o “el cojo manteca”). Y para ello encontramos nuestro hilo conductor en Pepe Ribas que, se podrá estar de acuerdo o no con su personal punto de vista, pero es un excelente narrador con una gran capacidad de sintetizar hechos.
El resultado final no es un ensayo sobre la revista Ajoblanco ni un documental histórico y ha tenido una buena acogida en festivales (Festival de cine español de Málaga, Documenta Madrid o DocsBarcelona) y se ha estrenado en TV3 en prime time (todavía está pendiente en TVE). Pero esta hibridación de temas a la hora de abordar un sujeto tan sensible como fue la Transición y la revista Ajoblanco (en los 70 llegó a vender 100.000 ejemplares y marcó a toda una generación ávida de información), nos ha valido críticas por no profundizar en las divisiones internas y contradicciones en la publicación, y también por no dar voz a otros colectivos críticos con las posiciones defendidas por Ajoblanco; incluso dentro del propio movimiento anarquista en el que se encuadraba. Es por ello que en las presentaciones me gusta explicar que el título ya es una declaración de intenciones. Al nombrarlo una “Crónica en rojo y negro”, dejamos claro que hemos dado voz a parte del movimiento libertario para que cuente su relato de cómo fue la Transición, ya que considerábamos que post franquistas, nacionalistas, comunistas o socialistas ya habían tenido suficiente eco mediático desde sus medios de comunicación afines, y que los libertarios habían sido ninguneados.
Ha sido sorprendente comprobar en primera persona como 40 años después las heridas siguen abiertas, y he vivido situaciones surrealistas como el caso de una comida campestre en que resultó que uno de los comensales formó parte de la célula enfrentada a la dirección de la revista. Me impresionó ver lo afectado que seguía aquella persona madura, que siendo un adolescente vivió tan intensamente aquella decepción; de nada me sirvió explicarle que este documental ha sido concebido como un producto para una televisión y un público generalista, que pretende que su ritmo ágil y la gran variedad de temas apuntados despierte la curiosidad –en especial de los adolescentes- a investigar posteriormente más en profundidad aquello que les haya despertado su curiosidad y que les lleve a la reflexión.
El tono del documental huye de la idealización de la publicación y de la nostalgia por aquellos tiempos pasados, así que los que vivieron esa época y vean esta obra audiovisual probablemente les hará aflorar infinidad de recuerdos, pero ni un documental de 100 horas (este dura aproximadamente una hora) satisfaría sus ansias de ver reflejado un periodo tan intenso, creativo, conflictivo y lleno de contradicciones como fue la Transición, de la que ellos fueron protagonistas y ya pasó.
Pincha el enlace para ver el documental:
http://blogs.ccma.cat/senseficcio.php?itemid=56246&catid=1270#more
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