Comentario

Francisco Madrid, el mejor periodista catalán de la etapa republicana

Gil Toll

Francisco, Paco Madrid, tenía solo 16 años cuando publicó su primer libro, una novela corta titulada Una aventura del juglar. Había nacido en 1900, con lo que su edad acompañaba el avance del siglo XX y permite un feliz juego con los acontecimientos que vivió desde primera fila en su Barcelona natal.

Su debut literario a tan temprana edad precedió a un debut periodístico igualmente precoz que le permitió publicar su primer libro de actualidad a los 22 años. Fue sobre el Expediente Picasso, un informe que elaboró el general Juan Picasso sobre los errores cometidos por los mandos del Ejército que condujeron al Desastre de Annual, que produjo la muerte de 10 mil soldados españoles en el Rif en 1921.

A los 23 años, Francisco Madrid ya era corresponsal en la ciudad de París para Heraldo de Madrid, que poco antes había sido adquirido por los hermanos Busquets junto al resto de periódicos del antiguo trust de Miguel Moya.

La experiencia parisina termina tres años más tarde y vuelve a Barcelona para lanzar un semanario que tituló El Escándalo. Allí publicó una serie de reportajes sobre los bajos fondos de Barcelona con ágiles descripciones de la vida de los desamparados, los hurones, las prostitutas y los travestidos del distrito V de la ciudad, al que el bautizó para la historia como barrio chino. Estos artículos se publicaron en forma de libro en 1926 bajo el título Sangre en Atarazanas. Este es el único título de Madrid reeditado en los últimos años. Lo hizo el actual presidente de la Generalitat, Quim Torra, que, incomprensiblemente, tradujo el texto al catalán para su editorial A Contravent.

Ese mismo año trabajó en una producción cinematográfica, la de un documental que se tituló Gent i paisatges de Catalunya, una película muda que contiene imágenes de alto valor estético e histórico. Madrid escribió el guión, es decir, decidió qué paisajes rodar y elaboró la lista de ilustres nombres de la cultura y la vida ciudadanas que aparecerían en el film.

La pasión cinematográfica le acompañaría el resto de sus días y sin duda contribuyó a crear un estilo narrativo especialmente plástico y atento a la acción, que mantiene al lector en vilo, como si estuviese viendo una película.

Ese es el tono de una de sus mejores obras. Se trata de 14 de abril, una Novela-Reportaje, como él mismo la tituló, dedicada a los acontecimientos de la proclamación de la República en Barcelona. El periodista estuvo muy próximo a Lluís Companys, Francesc Macià y otros protagonistas de aquellas horas. De hecho se incluye en el relato de los acontecimientos con el seudónimo de Carlos Madrigal, un recurso que usó habitualmente en sus libros.

La parte real de su obra se complementa con una parte ficticia que protagoniza un obrero republicano federalista, lector de El Diluvio y gran admirador de Francesc Macià. El personaje se presenta en la Generalitat en las primeras horas de la República para contribuir al éxito de su proclamación e intentar medrar para conseguir un empleo. Su ambición se ve frustrada e inicia una fase de decepción que el autor extiende hábilmente a la psicología colectiva de los meses que siguieron a la proclamación de la República, que se caracterizaron por un notable desencanto de los ciudadanos que habían puesto sus expectativas demasiado altas.

La combinación de novela y reportaje da un resultado feliz en manos de Francisco Madrid y anticipa en varias décadas el fenómeno del nuevo periodismo de Tom Wolfe, Gay Talese y otros venerados periodistas norteamericanos. De hecho, Madrid no estaba solo haciendo experimentos de periodismo narrativo. Su nombre se puede unir perfectamente al de Manuel Chaves Nogales por el dominio de las técnicas narrativas aplicadas a la realidad.

Pero así como Chaves Nogales ha sido recuperado para los lectores actuales por los editores gracias al trabajo y el empeño de un pequeño grupo de personas, no ha pasado lo mismo con Madrid.

La obra de Francisco Madrid comprende 8 libros de actualidad sobre el exilio de los republicanos en Francia durante la dictadura de Primo de Rivera, la denuncia de la explotación colonial de Guinea, el retrato de la utopía anarquista catalana y la experiencia de Companys como gobernador civil de Barcelona. En este caso, el autor actuaba como jefe de gabinete del político, con quien mantuvo una estrecha relación personal.

A estos libros hay que sumar una decena de obras dramáticas que el autor escribió en la década de los 20, una afición compartida por otros periodistas amigos, como Manuel Fontdevila, director del Heraldo de Madrid o Josep Amich, Amichatis, que dirigiría el lerrouxista El Progreso de Barcelona.

Francisco Madrid también tuvo cargos de dirección de importancia. Fue subdirector de  La Voz, el diario vespertino de Madrid, competencia directa del Heraldo. A sus funciones ejecutivas, Madrid sumó sus habilidades de reportero, lo que dio lugar a una interesante colección de reportajes de gran formato para el periódico.

El desastre de la guerra civil empujó al periodista al exilio en Argentina, donde llegó antes que la mayoría. Allí siguió explotando sus cualidades de periodista y escritor con la confección de biografías sobre Marie Curie, Bette Davis, Miguel de Unamuno, Valle Inclán, Francesc Layret, dos libros más sobre cine y una novela que se publicó postumamente en Barcelona con el título de Los conspiradores de Ginebra. La lista hubiera podido ser mucho más larga, pero Paco Madrid murió a los 52 años de edad.

Esta breve reseña biobibliográfica pretende contribuir a poner en su sitio a un periodista rabiosamente moderno ignorado por el público actual, que en cambio sí conoce de sobras a los periodistas conservadores de la época que medraron en la España franquista y algunos republicanos recuperados selectivamente por diversas circunstancias. A mi juicio, Francisco Madrid está por encima de todos ellos como periodista y narrador.

 

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