Investigación

La bronca del Conde de Godó a Santiago Vinardell

Gil Toll

Santiago Vinardell era en 1930 un prestigioso periodista que había participado en la fundación de El Día gráfico de Barcelona y en  Informaciones de Madrid. Había sido editorialista de Heraldo de Madrid en los tiempos de Miguel Moya, antes de 1920, y escribía regularmente en las páginas de La Vanguardia desde 1916 artículos que se publicaban en la página de opinión del diario con el máximo relieve.

Foto Santiago Vinardell 2x

Santiago Vinardell fotografiado por Alfonso

Conocemos ahora interesantes datos de la vida de Santiago Vinardell por la documentación que Pere Tió, su biógrafo, ha conseguido localizar en un piso familiar. Una gran cantidad de cartas de personajes como los políticos Alejandro Lerroux y Santiago Alba, así como de destacados periodistas como Agustí Calvet, Gaziel, el que fuera co director de La Vanguardia y de Manuel Fontdevila, director de Heraldo de Madrid, entre muchos otros.

El 7 de marzo de 1930 Vinardell recibió una seca carta del también codirector de La Vanguardia, José Escofet, en la que le comunicaba que sus colaboraciones debían cesar por una “reorganización” interna por “causas completamente ajenas” a su voluntad. El periodista pidió explicaciones  por la “absurda e inexplicable” decisión y llegaron al cabo de un mes con otra carta, esta vez del editor, Ramón Godó.

El Conde asumía la responsabilidad de la decisión y afirmaba que Escofet se limitó a seguir sus instrucciones. A continuación hacía una recopilación de los momentos de convulsión política vividos en Cataluña desde principios de siglo, incluyendo la semana trágica o la huelga de 1917, en los que el aristócrata había echado de menos el apoyo del Gobierno. Una situación que habría terminado con la llegada de Miguel Primo de Rivera al poder:

“Vino el General Primo de Rivera y concluye con el fantasma de Marruecos. El problema sindicalista de aquí es amordazado. Las huelgas terminan. Las carreteras mejoran. Y lleva su lealtad hasta un punto tan elevado que reconoce sus errores, cuando ningún político profesional lo ha hecho. Crea la censura para la prensa y yo le aplaudo por razones que no son para dichas ahora. Y finalmente cae amargado por las ingratitudes. Y esa pena, precipitó su muerte. De modo que hasta la vida ha dado por España. Nadie puede negar que era un gran patriota. Y Vd. Amigo Vinardell, olvidando lo uno y no recordando lo otro, escribió un artículo para La Vanguardia inoportuno e inexplicable contra ese caudillo”.

Vinardell

La bronca del propietario de La Vanguardia a uno de sus colaboradores más preciados se debía a un artículo publicado el 20 de febrero bajo el título “Mandar, Gobernar” en el que diferenciaba con estos verbos el despotismo de los autócratas del gobierno de los demócratas. El autor no mencionaba a Primo de Rivera en ninguna de las líneas del artículo, pero para el Conde y seguramente para la mayoría de lectores quedaba claro a quién se refería al afirmar:

“Una sociedad civilizada no puede consentir que la manden, sino que debe contribuir a que la gobiernen designando ella misma a los que han de regir sus destinos. Mandar es un verbo para ser conjugado por colonizados”.

En el momento de publicarse el artículo, Primo de Rivera ya no ocupaba el Gobierno y se había trasladado a vivir a París. Allí seguía cuando el Conde mandó al director de su periódico que comunicara a Vinardell su suspensión. Pero unos días más tarde, el 16 de marzo, el antiguo dictador moría de forma imprevista. La carta de Ramón Godó se escribió con Primo de Rivera ya enterrado.

En todo caso, la carta terminaba concediendo a Santiago Vinardell la posibilidad de continuar con su colaboración en La Vanguardia. Eso sí, a partir de entonces sus artículos se ciñeron a  temas culturales y costumbristas que no causaran nuevos problemas con el irascible Conde de Godó.  Vinardell continuó con su carrera periodística y dio el salto a la política cuando los radicales de Lerroux ocuparon el Gobierno a partir de 1933. Esa identificación le costó cara en 1936, cuando un grupo de milicianos acabó con su vida.

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